¿Por qué no ha funcionado la atención sociosanitaria? Reflexión para las atenciones conjuntas a futuro
La atención sociolaboral, socioeducativa, sociojudicial o la sociosanitaria pretenden ser atenciones conjuntas entre servicios. Su objetivo es responder a personas en situaciones de alta complejidad que pueden beneficiarse de la sinergia de las organizaciones implicadas. Este tipo de procesos tratan de evitar respuestas parciales. Para ello, han de incluir dos procedimientos diferenciados y esenciales. Por una parte, la relación interprofesional y, por otra, de estos hacia la persona.
En este sentido, es importante distinguir
los niveles en las atenciones interprofesionales buscando idealmente lo transdisciplinar.
Existen diferencias en los escenarios de las intervenciones cooperadas en
función de la capacidad de autogestión del o la ciudadana atendida. Así,
tenemos la coordinación y la colaboración antes de alcanzar la cooperación en
los casos de alta complejidad donde las profesionales se orientan en común al
bienestar de la persona. Esta, es parte activa en la intervención y en la toma
de decisiones sobre su situación. Además, el elemento de unión de todo ello es el
vínculo como cohesionador del doble proceso señalado.
Por último, daré mi opinión sobre
todo esto y algunos ejemplos de las repercusiones. Los beneficios de prestar atención
a ese doble proceso. Los riesgos de no atender a las otras partes implicadas. Resulta
desesperante observar como se dedica tiempo a señalar culpables en lugar de
buscar soluciones, ahora prioritarias.
Niveles en los compromisos
interprofesionales
Los perfiles técnicos que trabajamos en
interacción directa con las personas a veces nos encontramos con situaciones multiproblemáticas.
Por ejemplo, alguien que ha perdido su trabajo, sin derecho a prestaciones
contributivas y con una amenaza de desahucio. Estamos ante una situación que
precisa de una intervención sociolaboral. O esa familia cuyo hijo menor de
dieciséis años quiere dejar la escuela y, quizá, sus progenitores no valoran las
consecuencias a futuro para ese joven, encaja con lo socioeducativo. Otro
ejemplo, sería los casos, cada vez más comunes, de personas que son derivadas
desde la judicatura para cumplir su pena con trabajos en beneficio de la
comunidad, es una intervención sociojudicial. Por último, fundamental en la
actual coyuntura, una paciente sin red de apoyo que es ingresada en un centro
residencial porque su estado de salud le impide valerse por sí mismo en algunas
actividades de la vida diaria, es una atención sociosanitaria.
Los casos propuestos encajan con el
primer nivel de la interacción donde los profesionales desde su espacio de
atención orientan la intervención en un sentido. Es la coordinación.
Normalmente termina con derivación de un servicio a otro y cuando algún
procedimiento o norma lo requiere se mantienen contactos de seguimientos.
Centrándonos en lo sociosanitario
tomaré el ejemplo de las comunidades terapéuticas. En ellas, era habitual
atender a personas con enfermedades físicas como el VIH o hepatitis C, también
con trastornos mentales. En esos casos, se establecían una serie de contactos
periódicos para el seguimiento de la situación de la persona y sus
tratamientos. Es el nivel de colaboración, solían estar implicados el
especialista de infecciosas, farmacia hospitalaria, el psiquiatra o psicólogo
del centro de salud mental, además del tratamiento específico en los centros de
atención de las adicciones.
Además, pensemos en esa persona sin
apoyos familiares con fractura de cadera y que tras la intervención quirúrgica
vuelve a casa. Antes del alta, se trata de concretar un plan de cuidados junto
a los servicios de atención a domicilio (en adelante SAD) que cooperan con
salud en tanto dura el proceso de rehabilitación y hasta el alta definitiva.
Sería un nivel de cooperación que garantiza unos mínimos de asistenciales
y de calidad de vida en el domicilio. O esa misma persona con dificultades en
la adherencia al tratamiento donde la atención primaria de salud y de servicios
sociales acuerdan objetivos comunes para garantizar la adecuada asistencia que
permita la permanencia en su entorno.
Todas estas situaciones se orientan al
paciente y olvidan el vínculo interprofesional como objeto de atención
estructural. Así, el buen funcionamiento de este tipo de cooperación depende
más de la disposición, actitud y el feeling entre el personal técnico que de un
encargo institucional definido. Por ello, es fundamental atender al doble
proceso y sus distintos niveles:
Figura 1.
Elaboración adaptada a partir de (De Miguel y García, 2020, p. 24).
El concepto de cooperación se alinea
con la idea de transdisciplinariedad. Se persigue tener una aproximación a la
realidad desde el diálogo de todas las partes intervinientes (profesionales y
pacientes). Estas aportan sus conocimientos, técnicos, experienciales o
vivenciales en busca de la consecución de un objetivo común.
Partes de las atenciones cooperadas
El proceso anterior se puede
organizar con las siguientes fases:
Figura 2. Fases en la atención interprofesional. Fuente: adaptación a partir de (De Miguel y García, 2020, p. 24) y de Gobierno de Navarra (2020).
En el proceso descrito las reuniones
hacen referencia a los encuentros entre profesionales. Las iniciales y finales
son un espacio breve para preparar el contenido del encuentro y contrastar la
información, pueden ser en ese momento presencial o por otros medios. Las
entrevistas son citas con la persona atendida. En cada una se acuerda el día y
hora de la próxima, así como las actividades a cumplir hasta entonces. El
trabajo individual en el caso de los profesionales puede ser alimentar las
respectivas bases de datos o armonizar su impresión diagnóstica con los testimonios
recogidos. El punto nueve relativo a los seguimientos incluye varios encuentros
y, quizá, derivar en otras actuaciones.
El vínculo como elemento fundamental
Las definiciones recogidas sobre los
niveles en los compromisos interprofesionales señalaban una doble entrada:
entre los profesionales y de estos hacia la persona atendida. El proceso de
vincularse más habitual que suelo poner en marcha tiene la estructura de la
figura 3. Señalar que no es una descripción de fases secuencial, una no lleva a
la otra necesariamente, ni en ese orden. Además, es posible alcanzar un sentido
de identidad sin llegar a relacionarse salvo en lo estrictamente profesional,
pero conseguirlo aumenta la cohesión. Con muchas de los y las compañeras con
las que he trabajado hemos compartido nuestros gustos, aficiones y cuestiones
de otros ámbitos laborales, personales o familiares. Cuando esto ocurre, al
completar la secuencia pensando también en los demás, los vínculos que se
consiguen son mucho más fuertes, operativos y estables.
Figura 3. Fases en el vincularse. Elaboración propia a partir de materiales de McWhirter (2019).
Mi
opinión y algunos ejemplos
En las atenciones
conjuntas que conozco rara vez se atiende de manera consciente a lo expuesto en
esta entrada. Esto provoca desajustes en las intevenciones que afectan a las
personas que deberían ser sus beneficiarias y, por ende, a los y las
profesionales que estamos implicadas. Estas, no pueden abarcar toda la problemáticas
de los casos complejos desde un solo servicio.
Así, al atender en
exclusiva a las necesidades de mi servicio olvido las limitaciones de la otra
institución y de la ciudadanía. Dejo a su suerte al paciente que puede precisar
de mi especialización y dotaciones. Se dan respuestas parciales a problemas
complejos. Esto provoca la desatención de una persona en una situación
compleja, comprometida, que precisa de un recurso especializado, algo esencial cuando
existe riesgo vital. Ahora bien, ante la inmediatez de una primera ola quizá no
haya más opciones durante un tiempo. El sistema sería responsable si, aun
teniendo medios, no los pusiera a disposición de la necesidad. No es el caso
que hemos padecido, en la atención directa, al menos en salud y servicios
sociales.
Recordemos un caso
tipo, la trabajadora familiar del SAD llega a la casa. Le extraña que la puerta
esté cerrada. Al llamar escucha los gritos desesperados de María. Se activa el
protocolo de urgencia llama a la trabajadora social de referencia y se avisa al
112. Nos ponemos en contacto con la persona que tiene una copia de la llave
para entrar. Está en el suelo con la cadera rota. En el 112 nos informan de que
están saturados y debemos atender a María nosotros con nuestros propios medios.
Horas después fallece y se hace responsable del fallecimiento al SAD que ha prestado
la atención en todo momento, ¡no fastidies! En mi opinión, los centros residenciales
han hecho lo que han podido. Incluso, en algunas se han encerrado el personal
con las residentes durante el estado de alarma, como en la residencia San
Jerónimo de Estella, mi pueblo. Ahí, David y su equipo nos dieron un ejemplo de
compromiso que no me canso de reconocer.
Conviene subrayar,
los recursos son limitados y en situaciones excepcionales se deben tomar
decisiones muy difíciles que pueden tener, y han tenido, consecuencias fatales.
Asistimos a una situación crítica donde los medios materiales y personales de
respuesta en una pandemia están resultando insuficientes. Ahora bien, culpar de
eso a servicios diseñados con otros fines resulta insultante y despreciable. La
cartera de servicios sociales de ámbito general de Navarra establece claramente
el objeto de los centros residenciales para personas mayores y dependientes.
Estas ofrecen atención integral a las necesidades básicas, terapéuticas, de
rehabilitación y socioculturales.
Las atenciones
cooperadas funcionan óptimamente cuando los servicios implicados asumen que una
complicación de la situación puede llevar aparejada una respuesta especializada
que deba darse en exclusiva por parte de uno de ellos durante un periodo. El
otro queda en un segundo plano con funciones de colaboración o coordinación,
según requiera el caso, la persona atendida. Si el servicio sobre el que recae
la responsabilidad principal está colapsado, funcionando por encima de su
capacidad ¿podemos exigirle más? Serán los y las responsables de las políticas
sociales y sanitarias quienes deban tomar las decisiones. Dicho sea de paso,
dedicar sus esfuerzos a solucionar los problemas de la ciudadanía en lugar de
reprocharse responsabilidades o irresponsabilidades lo que quita tiempo para
atender lo realmente importante. Ya llegará el momento para otros menesteres.
Bibliografía
De Miguel,
F. J., y García, P. (2020). Lo que hacemos y lo que nos gustaría hacer en
atención primaria de salud y servicios sociales. Cuadernos Gerontológicos.
Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología., 27, 21-28. Retrieved from https://sngg.es/revista/cuadernos-gerontologicos-n-27
Gobierno de
Navarra (2020). Claves y resultados del modelo de atención integrada de
ERSISI. Retrieved from https://ersisi.navarra.es/documents/3532713/0/1-Claves-resultados-modelo-atenci%C3%B3n-integrada-ERSISI.pdf/f0043835-6171-62a3-e5c1-e46a15f20a85?t=1581332563134
McWhirter,
J. (2019). In Sensory Systems Training. DBM® (Ed.), El Arte y la Ciencia de
Crear, Mantener y Desarrollar Relaciones (Transcripción de curso celebrado
los días 22, 23, 24 de febrero y 22, 23, 24 de marzo ed.). Pamplona.
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