Cómo evitar el desorden total prestando atenciones integradas entre empleo y servicios sociales

Integración de servicios modelo catamarán: una
plataforma para la atención a la persona

A mediados de noviembre varios compañeros/as estuvimos debatiendo en Twiter sobre la cuestión de la incorporación laboral y si ésta ha de ser para todo el mundo. La realidad confirma que esto en su totalidad no es posible por problemas de salud, discapacidad, responsabilidades familiares, incluso disposición y otros. Sin embargo, lo que si veo posible es ofrecer la posibilidad de hacerlo a las personas que están en desempleo, por justicia y cohesión social, entre otras cosas.
Por lo tanto, no defiendo una empleabilidad obligatoria y universal, pero si trabajar la activación no sólo laboral, o sí a largo plazo pero iniciada con un sentido primero socieducativo para pasar a formativa. Incluso para trabajar la reducción de riesgos primero como intervención y, paralelamente, para tratar de limitar dinámicas de pobreza a futuro, romper el círculo de la "pobreza heredada".
Estabamos de acuerdo en una rentas garantatizadas, pero no tan mínimas (y no hablo de Navarra), como un recurso imprescindible. Podemos discutir cómo y dónde darlas y desde qué organismo.Surgieron cuestiones con bastante sentido como consolidar recursos que garanticen cubrir necesidades básicas (esto en un sentido amplio, insisto, más que básicas). Admitimos que estas prestaciones pueden mejorarse en el sentido de separarlas de mecanismos de control y condicionalidad, algo bastante arraigado. Aunque debemos admitir que la normativa se está desarrollando en este sentido y obliga a los servicios sociales de atención primaria a comunicar los incumplimientos de "acuerdos" en los itinerarios de intervención con las personas beneficiarias -si realmente son acuerdos según las necesidades de la persona y no una imposición, ni tan mal). También Empleo (Servicio Navarro) cuando alguien no se presenta a una oferta de trabajo informa de ello. Por otra parte, hacer coincidir en la misma figura profesional el proceso de ayuda y el control de esas prestaciones es poco operativo si queremos realizar intervenciones para el cambio apoyedas en el vínculo que precisa el acompañamiento y se basa en la confianza.
Emergió, quizá soterradamente, el debate sobre la situación de los Servicios Sociales como un nivel, más adelante vuelve a surgir, que asume la falta de ingresos que no cubre la Seguridad Social, ni los sistemas de empleo, o incluso el que podría hacer Hacienda en términos de redistribución.
Reivindico la idea de sistema, donde podemos trabajar la situación de la persona ante su realidad y cuestiones de aprendizaje vital ligadas a limitaciones quizá autoimpuestas como: nadie me contrata, no hay trabajo para mí, con los hijos no puedo trabajar, etc. Todo esto tiene contenido a explorar susceptible de intervención social.
Si la intervención con la persona es exclusiva para la incorporación laboral, correspondería a los servicios de empleo y son estos los que deberán diseñar la atención, dando oportunidad a colectivos con altas dificultades para acceder al mercado de trabajo. En esta parte defiendo el acompañamiento social desde un itinerario individualizado, con intervenciones grupales, que puede recaer en empleo o en la cooperación interservicios teniendo en cuenta la atención acordada con la persona, su capacidad de autogestión, la complejidad de su situación y las prestaciones a las que tenga derecho o necesite. Esta es una opción. Sin embargo, hay que superar nuestra "profesionalidad y objeto" y orientarla a la atención a la persona donde desplegar nuestros saberes y capacidades para urlos a los de la propia persona. Ahí cobra sentido y es necesario el acercamiento, las alianzas, la atención integrada, nuevas formas de hacer si queremos intentar cambiar algunas cosas. La Comisión Europea de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión ofrece 25 aspectos a tener en cuenta en la integración de servicios, señala una cuestión importante: algunos personas no participan por falta de información, esta parte es responsabilidad nuestra.
Os dejo un cuadro que relaciona situación social con empleabilidad y dónde surgen las diferentes atenciones: el espacio de intervenciones integradas para esos perfiles señalados en el centro.



Desde luego no parece muy útil el modelo actual de atenciones paralelas desde empleo y servicios sociales, cuando esté último en la tramitación de la mayoría de las rentas garantizadas (RMI) obligan a tener activa la tarjeta de demanda de empleo, normalmente sin más contenido. Esto podría tener otro sentido e intención para cumplir su finalidad. Para algunos perfiles, no todos, este surge como un camino factible y que puede incluir mayor utilidad, aquí  no vale la etiqueta de "no empleables", hay que dar la oportunidad, se merecen que lo intentemos. Será preciso contar con el tejido empresarial si pensamos en empleo por cuenta ajena, la demanda de bienes de consumo y servicios -si pensamos en autoempleo- o la oferta de empleo pública si se opta por esta opción u otras modalidades de coworking. Surgen con fuerza un constructo que incluye los actores principales de cada zona (sindicatos, administración pública (Empleo, Serv. Soc. y otros), organizaciones del tercer sector, empresa, agencias de desarrollo, educación, etc. Por otra parte, siendo realistas, luego los empleos disponibles son los que son: jornadas parciales, trabajo por días, bajos salarios (especialmente en perfiles con baja formación) que además suelen incluir escaso desempeño de habilidades para acceder y mantener un empleo.
Ante la disyuntiva de dedicar la atención a perfiles con más o menos posibilidad de ser empleados. La realidad actual  obliga a trabajar la activación. La web de empleo recoge los incentivos al empleo de hasta 1.000 euros al mes para empresas por contratar personas perceptoras de Renta Garantizada (RMI). Así, las prioridades de empleo y servicios sociales confluyen en la necesidad de atenciones integradas de las que podrían beneficiarse de algunas personas. En este espacio etéreo que emerge, igual que el sociosanitario, es necesario que los profesionales nos movamos y asumamos el liderazgo compartido con la persona y con otros y otras compañeras, siguiéndonos mutuamente para responder a la demanda a la que solos damos respuestas parciales. La fortaleza de está unión radica en las propias debilidades de cada uno que juntos se complementan para ofrecer nuevas respuestas ordenando los recursos que tenemos y teniendo en cuenta las expectativas de la persona.
Volviendo a la posibilidad de romper con la lógica del nivel. En Servicios Sociales creamos y financiamos Empleos Sociales Protegidos con toda la estructura para "los y las nuestras", largos procesos para superar la vulnerabilidad social ¿y luego el enganche con empresas? Ahí no tenemos experiencia, ni conocimiento. Podemos evolucionar hacia la lógica de los sistemas: Serv. Soc. tenemos nuestro objeto y empleo el suyo. Hay una serie de personas que precisan del esfuerzo de ambos, donde surge el espacio de intervención cooperativa. Una especie de plataforma que nos una y sirva para organizar el trabajo en torno a las necesidades de las personas en un espacio temporal delimitado y evaluado, midiendo el impacto.
El desarrollo es complejo, el planteamiento simple. Nos organizarnos los profesionales y ponemos a disposición de la persona los recursos proponiendo, desde una valoración previa con los instrumentos pertinentes (ya existen) y acordando con ella un itinerario que nos comprometa a las partes, con objetivos y actividades claras, con plazos y donde la persona pueda verificar su evolución progresiva. La figura del profesional de referencia parece imprescindible para establecer el vínculo que facilite el acompañamiento social.
Desde luego hay que aclararse entre empleo y servicios sociales. Parece que actualmente la línea es romper esa idea de " todos/as a trabajar" desde servicios sociales y en empleo les abrimos expediente les sellamos la tarjeta y listo ¡alá que se incorporen ! Estamos haciendo un esfuerzo para tratar de generar sinergias colaborativas a largo plazo y de momento parece que los resultados son esperanzadores.
No puedo evitar orientarme a la intervención directa donde una de las cuestiones centrales a trabajar con la persona, quizá también con ambos sistemas, es la diferencia entre lo que quiero y necesito. Normalmente, en mi experiencia, en "el querer" no se incluye todo el esfuerzo que precisa alcanzar ese deseo. Es interesante incluir la idea de proceso e ir trabajando para hacer surgir las pequeñas necesidades que van estructurando ese proceso. En este itinerario es posible articular una atención integrada en aquellas personas que una vez valoradas sea prosible plantearlo yo creo que se lo merecen.



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