¿Qué valorar?
Esta es una primera cuestión importante, qué debemos valorar en el marco de la intervención social, en este caso domiciliaria. Tengamos en cuenta que en general nos referimos a personas mayores, ya jubiladas, por lo que algunas cuestiones como la laboral aquí no son relevantes.
El engranaje de la intervención comienza por conocer la situación, con la recogida de información. ¿Qué información debemos tener en cuenta?, ¿qué partes hay que mirar?.
El engranaje de la intervención comienza por conocer la situación, con la recogida de información. ¿Qué información debemos tener en cuenta?, ¿qué partes hay que mirar?.
Una
de las dificultades de un instrumento de medida que trata de valorar una
situación social es que incluye un alto componente subjetivo que surge de la
relación entre el observador y la realidad observada a la que atribuimos una
puntuación acordada, en la que, además, existe la realidad percibida y vivida
de la persona observada que tiene un componente real dentro de la posible
irrealidad.
El profesor Pérez Juste en el informe Ábaco (2011; 23), apunta que algunas cuestiones precisan de
“apreciaciones personales de las personas implicadas. Toda apreciación tiene un
carácter subjetivo, y de ahí sus limitaciones, pero en ocasiones no existe otra
información más adecuada y relevante”. Según se describe una situación se prescribe
una forma de actuar. Comprender el modelo de organización personal en torno a
las preguntas: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO y PARA QUÉ, permite profundizar y descubrir
dinamismos vitales que marcan una vida. Esto exige instrumentos que nos ayuden
a comprender la realidad, la naturaleza, las razones y propósitos de los
fenómenos observados y a partir de ahí investigar o explorar en busca de
explicaciones que relaciones los POR QUÉs y PARA QUÉs, permitiendo analizar los
cómo y trabajando otras alternativas.
En términos generales lo relaciono con valorar la su eficacia, su fortaleza social de la
persona en su entorno domiciliario como contraposición a la vulnerabilidad social. Entendida como la disponibilidad y desempeño de habilidades para resolver situaciones de manera
aceptable (para el sujeto y su contexto social). Con una salud o adherencia a los
tratamientos que le permiten llevar una vida cotidiana con independencia y
autonomía. En su familia mantienen buenas relaciones y se apoyan mutuamente. Tiene
una red social e interacciona con el entorno, participando habitualmente de la
vida comunitaria. Cuenta con vivienda en buenas condiciones de habitabilidad, equipamiento
suficiente, en un entorno cuidado y con accesibilidad a los servicios. Posee
ingresos razonables con los que puede mantener un adecuado equilibrio entre
gastos e ingresos. Recibe o es capaz de proporcionarse los cuidados suficientes
para mantener una adecuada calidad de vida.
Es desde aquí donde podemos empezar a trabajar y buscar qué ítems y variables definen la fortaleza social.
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